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Pregunto:
Si pudiéramos demostrar que los anteriores presidentes estadounidenses, en sus políticas, fueron iguales (o
peores) bullies antimexicanos que Donald Trump, ¿no desnudaría eso el
contraste Trump/Obama—grosero/cortés, racista/cosmopolita—como mera fachada? Sí
que lo haría. O más bien, lo hará, pues aquí fundaremos que, en el último
siglo, la política de EEUU hacia México nunca fue tan violenta como en los
años Bush Jr.-Obama. En
ello pudiera percibirse, empero, una incongruencia con el modelo HIR. ¿Por
qué? Porque este modelo afirma que, en EEUU, un cártel encubierto señorea
ambos grandes partidos y es dueño
también de Trump (Parte 4).
Si las políticas de este cártel ya eran antimexicanas, y si estaban bien
disimuladas, ¿por qué jalarían ahora ese telón con un presidente a las claras
antimexicano? Porque
los líderes del cártel quieren continuar con sus políticas—también
disimuladas—de apoyo a la yihad (Parte 2, Parte 5),
cuyo objetivo es asustarnos y convencernos—‘para protegernos’—de canjear
nuestras libertades por mayores poderes para el Estado. Y resulta que, si
pateas a México donde todos te vean, te quedas con tu yihad. —Momento—.
¿Qué? Suena
rebuscado, pero justo por eso funciona: porque no podemos ver el juego. Quien
conoce de ‘gramática política’—normas culturales que rigen las consecuencias
políticas de decir y hacer ciertas cosas—puede jalar aquí la palanca emocional A y poner en movimiento engranes (B, C,
D…), gramaticalmente articulados, y obtener allá el resultado deseado. Es guerra psicológica. Aquí
está. Primero, la palanca: A)
Trump, con estilo racista, se regodea de sus ataques contra México. Esto B) orilla a la ‘izquierda’ a odiar a Trump. Por ende, C) los ‘izquierdistas’ desean negar
cualquier cosa que él diga—por ejemplo, que la yihad debe ser confrontada,
que es importante apoyar a Israel. En consecuencia, D) les resulta imposible sumarse a la ‘derecha’ en contra de la
yihad; de hecho, E) acaban por defender al islam como una
víctima más de aquel racismo trumpista (e igualan el sionismo con el
racismo). Así, F) sin entender lo
que hacen, los ‘izquierdistas’ brindan espacio de maniobra al cártel, y le
permiten continuar con Trump sus
políticas pro yihadistas (Parte 5, Parte 6).
Esto G) genera violencia que H) orilla a la ‘derecha’ a pedir
mayores poderes para el Estado. Y con eso I) se desmoronan las libertades occidentales. Tantán. ¿Le
intriga? Bien. Primero, fundaremos que, en política, Trump es Obama. Las
políticas ya eran profunda y violentamente antimexicanas; lo nuevo es nada
más el circo mediático de los desplantes antimexicanos trumpistas. Hecho lo
cual, diremos más sobre por qué precisa el cártel de aquel circo para
balancear exquisitamente a la ‘izquierda’ y a la ‘derecha.’ A grandes rasgos: una foto rápida de
la Doctrina Monroe En
la Doctrina Monroe (promulgada 1823) la élite de poder en EEUU avisó a los
poderes europeos de no interferir en el continente americano. No era, como
tal, oposición al colonialismo, sino más bien al de los europeos. Pues
América, para el Tío Sam, era por derecho su patio de juegos, y concibió un
estilo colonialista propio, bastante turbio. Se convirtió, de hecho, en un
bravucón de primera, y adquirió un séquito de compinches: hampones
latinoamericanos cuyos golpes represivos en secreto organizaba y protegía. Es
bien sabido, por ejemplo, que el gobierno EEUU asistió los golpes represivos
en Guatemala y Chile, y que entrenó y armó fuerzas terroristas en El Salvador
y Nicaragua. Menos conocido es el papel de EEUU en la Operación Cóndor, “un sistema secreto de inteligencia y operaciones creado en los 1970s, a través del cual los regímenes militares sudamericanos coordinaban información y secuestraban, torturaban, y ejecutaban opositores políticos en redadas combinadas trasfronterizas. …Cóndor fue asistido y alentado por las fuerzas militares y de inteligencia estadounidenses.”[1]
Nos
dirán que todo fue ‘bien intencionado’—que el apoyo a los dictadores de
‘derecha’ en Centro y Sudamérica era ‘necesario’ para ganar la Guerra Fría
contra el comunismo. Dos problemas. Primero, los dirigentes estadounidenses
tildaban de ‘comunista’ a cualquier izquierdista, y destruyeron sistemas que
eran democráticos (ej. Guatemala). Segundo, y más al grano, aunque todos
hubieran sido comunistas, eso puede combatirse apoyando la democracia. Luego
entonces, debe ponerse sobre la mesa la siguiente hipótesis: quizá sea la democracia
lo que los gobiernos estadounidenses siempre quisieron destruir. Es una
hipótesis natural para el modelo HIR, pues afirma que en EEUU gobierna un
cártel antidemocrático. Sopapos contra México, antes de Trump A
México también se lo bulean. Aquí un resumen corto del contexto histórico
mínimo: la relación México-EEUU en los años Bush Jr.-Obama. Por
71 años, México fue gobernado por una dictadura de partido. Esto nunca
pareció molestar a la élite de poder estadounidense—por el contrario—. Pero
al tomar posesión Bush Jr. en EEUU, un partido de oposición por primera vez
hizo lo mismo en México. La anhelada transición democrática había llegado. Este
fue un ‘experimento natural’ pues deja sobrevivir solo a una hipótesis de la
política EEUU—‘combatiendo comunismo’ o ‘destruyendo democracia’—. Es como si
Dios, jugando en su Laboratorio Mundial, hubiese controlado las variables
para tal prueba. ¿Por
qué? Porque el partido que salió en la transición democrática fue el PRI,
tradicional custodio de la Revolución Mexicana, según muchos un movimiento
‘bolchevique.’ Y el que entró fue el PAN, el partido democristiano de las
clases medias, de ideología (¿qué creen?) anticomunista. Luego
entonces, si la élite de poder en EEUU se oponía al comunismo y no a la
democracia, debió apoyar este cambio. Pero si lo que buscaban destruir era la democracia, este era el momento de
lanzar un ataque. ¿Qué
pasó? Las
nuevas autoridades panistas empezaban a orientarse a penas cuando tocaron a
su puerta. Abrieron y de inmediato sintieron frío, envueltos en la sombra
totémica del Tío Sam. Y temblaron. Parecía… ¿amigable? Alargaba de su mano un
‘regalito’: un acuerdo secreto para que su Drug Enforcement Agency (DEA) operara en México sin supervisión.
Para ‘combatir el crimen’ (fírmale aquí, beaner).
Les hacía los ojos de borrego, pero ¿sería
aquello una sonrisa?
Sabemos
desde los 1920s que prohibir y perseguir el narcotráfico solo hace más fuerte al crimen organizado. Luego
de ‘combatir las drogas’ durante medio siglo, conseguirlas en EEUU es más
fácil que nunca.[1a]
Cabía sospechar, por lo tanto, de esta iniciativa del Tío Sam. En efecto,
¿por qué la cláusula de no supervisión? Porque
estos gringos, como ahora sabemos, no vinieron a combatir el crimen sino todo
lo contrario. Vinieron a asistir a una
mafia mexicana, el Cártel de Sinaloa, para que venciera a sus rivales y
coronar a la DEA capo di tutti capi—el
padrino—del crimen organizado en México.[2] Fue una estafa. Oficialmente,
EEUU afirma que el Cártel de Sinaloa obtuvo beneficios a cambio de
información sobre organizaciones rivales del narco. Se quiere evocar, sin
duda, aquella escena de las series policíacas: un pelagatos de criminal, ya
bajo arresto, recibe un trato más amable a cambio de delatar a un pez más
grande. Dos problemas: Aquí los beneficiados (recibiendo harta ayuda) eran
Joaquín (‘El Chapo’) Guzman Loaera y sus lugartenientes, no bajo arresto sino
operando libremente. Y eran, por mucho, los peces más grandes del estanque
mexicano. En
aquel entonces, el Cártel de Sinaloa era la organización más grande, y había
infiltrado el Estado mexicano con tentáculos de corrupción más profundamente,
y más alto, que nadie. Y estaba creciendo. En 2001, justo después de
escapar con misteriosa facilidad del penal de Puente Grande, organizó una
junta con otros grandes narcos y formó ‘la Federación,’ fusionando en ella a
los cárteles de Juárez y Sinaloa, mismos que se aprestaron a conquistar a sus
rivales. “Comenzaba una fase en la que las balaceras, la sangre, las torturas
y decapitaciones iban a desbordarse sin control.”[3] Fue
justo antes de esto, según una investigación de un año realizada por el
diario mexicano El
Universal, que comenzó la intervención furtiva
de la DEA, la cual implicó reunirse con el Cártel de Sinaloa, y asistirlo,
fuera de la vista de las autoridades mexicanas.[4]
¿Sería por eso que el Chapo Guzmán estaba tan confiado de poder conquistar al
país entero? Pero
el Tío Sam no quería dejar nada al azar. Las autoridades EEUU—esto incluye a
la DEA, el ICE, el ATF, el FBI, el IRS, Homeland
Security, y el Fiscal General—deliberadamente
permitieron que llegaran miles de armas a manos de sus criminales
mexicanos favoritos: el escándalo de gunwalking
Rapido y Furioso. Fue una suerte, una chiripa, que esto se descubriera,
gracias a lo que se destapó en una investigación de homicidio estadounidense.[5] Oficialmente,
las autoridades en EEUU afirmaron que estaban siguiendo las armas para
atrapar a los criminales. “Pero las agencias relevantes del gobierno mexicano
nunca fueron notificadas de la operación, y parece que no hubo esfuerzo
alguno para seguir las armas luego de que cruzaran la frontera mexicana.”[6] Tenemos
aquí otro ‘experimento natural.’ Si los demócratas y los republicanos realmente
fueran rivales, ésta era la oportunidad perfecta para que Barack Obama
exhibiera las cochinadas de Bush Jr. En lugar de eso decidió continuarlas y extenderlas, y luego
peleó como gato boca arriba para no liberar documentos relacionados con esto.
Todo
coincide bien con la hipótesis de que en EEUU gobierna un cártel y que Obama
fue la nueva versión de Bush.
Lejos
de ser un país perfecto, ya padecíamos en México narcoviolencia preocupante,
pero la guerra de cárteles que instigó EEUU destruyó cualquier aspecto de
equilibrio y se convirtió en el argumento público para una ‘guerra contra las
drogas’ mexicana. No
es ‘contra las drogas’ pero sí es una guerra. CNN escribe que “las guerras de
drogas en México se cobraron 23,000 vidas en 2016—segundo lugar después de
Siria, donde murieron 50,000 personas—.”[7] El
estilo también es sirio:
decapitados, cadáveres exhibidos en la vía pública para asustar, y otras
barbaridades tipo ISIS.[8] Un
cuarto de millón de mexicanos, según el Guardian,
ha sido asesinado o desaparecido desde que inició nuestra ‘guerra contra las
drogas’ hace una década.[9] Un cuarto de millón de mexicanos… (Es un estimado; pudiera ser peor.[10]) ¿De
qué va todo esto? Nuestra hipótesis: la élite de poder en EEUU es enemiga de la democracia y se propone
destruirla en todos lados (véase ‘Operación Cóndor,’ arriba). Entonces,
cuando México dio sus primeros pasos democráticos en 2000, esa élite puso
manos a la obra y encontró el remedio: provocar y administrar una guerra
entre los narcotraficantes y los gobernantes mexicanos, brindando a los
narcos el incentivo para conquistar al Estado. Lo lograron: los narcos “han
penetrado los gobiernos locales, estatales, y nacional, y controlan secciones
enteras del país.”[11] Esto
sofoca a la democracia mexicana en la cuna. En
2012, los mexicanos de a pie, asqueados con la transformación violenta de su
país, regresaron al poder al viejo PRI—el partido de la dictadura de 71
años—. El PRI puso manos a la obra y en seguida empujó reformas para socavar
la efectividad del instituto electoral mexicano.[12]
Mientras tanto, la ‘guerra contra las drogas’ continuó y empeoró. ¿Todavía importa qué candidato escojan los
mexicanos en 2018? Claro
que hay beneficios secundarios (¿por qué no ganar dinero mientras se destruye
a la democracia mexicana?). El setenta por ciento de las armas que utilizan
nuestros narcos, según reportes del congreso
estadounidense, son ‘Made in the USA.’[13] Y
el gobierno mexicano compra toneladas de armamento estadounidense para (¿qué
creen?) ¡‘combatir a los cárteles’! Nosotros
morimos por cientos de miles y los armamentistas gringos engordan de dinero.
Qué nos perdonen, pero nos sentimos buleados. En
fin, lo anterior establece lo que anunciamos: que el patrón estaba ya muy
bien anclado. EEUU bulea a México; no es cosa de Trump. Lo que cambia con
Trump es nada más el estilo. Donald Trump Pero
vaya que ha cambiado el estilo. Cuando llegó Donald Trump el bullying se
tornó un gran show mediático. Trump
acusó que, después de Siria, México es el segundo país más violento del
mundo. Los funcionarios mexicanos, tan dignos, como tirados de una obra de
Ionesco, contestaron: no somos el segundo; si acaso el quinto…[14] De
apoplejía. Debieron contestar que sí,
somos un país violento, pero ¿de quién
es la culpa? La política EEUU es responsable de la violencia en México—y,
por cierto, también en Siria.[15] Pero
Trump no se limita a señalar la violencia en México. Mientras sus seguidores
cantaban aquel mantra hipnótico, “¡Construyan ese muro!”, él nos acusó, a nosotros
los mexicanos, por la violencia en
Estados Unidos. ¿Y el cuarto de millón de mexicanos muertos? Esto es como
recobrar el conocimiento en un charco de tu propia sangre, tendido en el
suelo de la prisión, y escuchar a los guardias, tus victimarios, culparte a ti (porque, mira, uno de ellos tiene
un rasguño). Aquí
es donde el estilo adquiere un tono inconfundible. Porque tiene sentido, no
lo niego, preocuparse por la entrada de ilegales en la frontera sur de
EEUU—es legítimo—. Construyan ese muro. Pero ponerse a gritar que forzarán a México, el país dolido que bulearon
y destruyeron, a pagar dicho muro—eso es una mentada—. Y justificar aquello
calumniando a los mexicanos ilegales de ser casi todos violadores y
asesinos—eso es racismo—. Y
es tanta la inversión simbólica y
mediática, aquí, que nos obliga a la pregunta: ¿Ese racismo es impulsivo y franco? ¿O
será otra estafa? Quizá
Trump realmente sea racista. Se antoja poco tutelado—salvaje, casi. Quizá no
consiga contenerse. O quizá Trump sea un actor, como sugiere nuestro modelo
de ‘cartel.’ A
Estados Unidos, dice este modelo, lo gobierna un cártel que señorea ambos
grandes partidos (Parte 4) y
es dueño también de Donald Trump, que no es ningún enemigo del Establishment (Parte 5),
ni amigo de Israel (Parte 3),
ni némesis de la yihad (Parte 5, Parte 6). No obstante las apariencias
telegénicas, Trump es fiel a la tradición del cártel gobernante, de políticas
pro yihadistas y antiisraelíes (Parte 2). El
objetivo de esas políticas es destruir la democracia. El principio es
sencillo: al hacer crecer la violencia yihadista, hacen crecer también el
sentimiento anti yihadista, y con ello la demanda de intercambiar libertades
individuales por un Estado más fuerte (‘para protegernos’). Es
un juego muy viejo—pero es delicado, y contiene sendos peligros para sus
administradores—. Pues,
¿que sucedería si el sentimiento anti yihadista se tornase unánime? ¡El
sistema daría un vuelco en la otra dirección! ¿Por qué? Porque una ciudadanía
unida contra la yihad volvería imposible muchas políticas pro yihadistas
abiertas o semi encubiertas (por ejemplo, los USD $100 mil millones en
armamento que Trump ha prometido venderle a Arabia Saudita). Y esto
debilitaría severamente al yihadismo, porque, seamos francos, sin el apoyo
del cártel occidental los yihadistas a duras penas pueden (no logran vencer a los
kurdos en Siria, a quien nadie ayuda). Y si la
amenaza yihadista menguase, los ciudadanos occidentales nuevamente exigirían
sus derechos y libertades, retomando el sistema. Para
tener éxito, por tanto, el cártel debe contener y controlar el movimiento
anti yihadista. ¿Cómo? Timando tanto a
la ‘derecha’ como a la ‘izquierda.’ Esto es, para jalonear a tu gusto a
los anti yihadistas de ‘derecha,’ dales un líder ‘anti Establishment’ que sea, en realidad, marca registrada del cártel.
Y para limitar el atractivo del movimiento anti yihadista, dale a ese líder
un corte ofensivo en las tripas para toda la
‘izquierda.’ Lo
último es un golpe de genio. Porque
si estás a la ‘izquierda,’ no puedes evitarlo: odias a Donald Trump por su racismo. ¿Por qué? Porque bulea a los
mexicanos—es su jugada de sello—. Y como ya lo odias, tu tripa te jala a
rechazar cualquier cosa que diga. Has sido ‘inmunizado.’ Cuando Trump
advierte que el islam es un gran peligro, lo interpretas como más racismo y
lo rechazas. De hecho, nada te dará más gusto que defender al islam para echárselo
en cara al racista odioso aquel. Ahí
está, pues: la estafa ‘antimexicana.’ El
cártel se queda con las dos tortas. La mitad de la ciudadanía exige mayores
poderes para el Estado para ‘pelear contra el yihadismo,’ ayudando a
transformar al sistema, a pasitos, en un Estado policiaco; la otra mitad
defiende al islam en calidad de ‘lucha de derechos humanos,’ brindando a los
dueños del cártel espacio de maniobra para continuar apoyando el crecimiento
del islam en Occidente, mismo que merma las libertades occidentales
simplemente por
ser islam. Administran
el sistema político con guerra psicológica, y caminan hábilmente, dicho sea
de paso, sobre la cuerda floja. Ésa es nuestra hipótesis. Así
las cosas, nos vendría muy bien, para defender esta tesis, si pudiéramos
demostrar que Trump es un hábil estafador de carrera. Mejor aún si resultase
que ya en otra ocasión nos timó declamando
sobre mexicanos. Es
nuestro siguiente tema.
[1] McSherry, J. Patrice. 2002. “Tracking
the Origins of a State Terror Network: Operation Condor.” Latin American Perspectives, Vol. 29,
No. 1, Brazil: The Hegemonic Process in Political and Cultural Formation. pp.
38-60. (pp.38-40) [1a] “A pesar de
dirigir más y más recursos a la interdicción de la oferta, el mercado ilícito
de drogas se ha expandido continuamente, y la ONU ahora estima que ascenderá
a más de [USD] $330 mil millones, cifra que empequeñece el producto interno
bruto de muchos países.” SOURCE:
“The War on Drugs: Wasting billions and undermining economies”; Count the Costs: 50 Years of the War on Drugs;
by Transform Drug Policy Foundation [2] “Bajo estos acuerdos secretos, los agentes de la DEA
de EEUU se reunieron repetidamente con miembros importantes de ciertos
cárteles de drogas, especialmente el Cártel de Sinaloa, para obtener
información sobre grupos rivales. Había informantes que hacían de
intermediarios entre la DEA y ‘El Chapo’ Guzmán, el jefe de aquel cártel… La
DEA arregló que los cargos de narcotráfico que había contra algunos de sus
informantes del Cártel de Sinaloa fueran desechados. En otras palabras,
permitió a los cárteles con los que trabajaba que continuaran su negocio—y
sus matanzas—como de costumbre.” FUENTE:
“The US’s ‘War on Drugs’ Has Spiraled Dangerously Out of
Control: It didn’t work in Afghanistan, so let’s do it in
Mexico”; The Nation; 23 March 2015;
By Rebecca Gordon [3] “Atentamente, El Chapo”; Nexos; 1 agosto 2010; por Héctor de Mauleón [4] “La Guerra Secreta de la DEA en México”; El Universal; 6 enero 2014; por Doris
Gómora [5] ‘Rápido y
Furioso’ se convirtió en un escándalo porque el agente de la patrulla fronteriza
Brian Terry fue asesinado en Arizona con una de las armas que las autoridades
estadounidenses habían hecho llegar a los narcotraficantes mexicanos, y los
investigadores a cargo del homicidio siguieron sus pistas hasta el final.
Esto es coincidencia. Suerte. Otras operaciones para sabotear la democracia
mexicana podrían existir pero, sin otro golpe de ‘suerte’ (pido disculpas a
la familia de Terry), quizá jamás nos enteremos de ellas. FUENTES:
“Federal judge reopens ‘Fast and Furious’ controversy”;
CBS News; 21 August 2014; By Jake
Miller. “Brian Terry family sues ATF officials in Fast and Furious”;
CBS News; 17 December 2012; By
Sharyl Attkisson. [6] “En la
debacle conocida como ‘Rápido y Furioso,’ la Oficina de Alcohol, Tabaco, y
Armas de Fuego (ATF, por sus siglas en inglés) permitió que ‘más de 2,000
armas, incluyendo cientos de AK-47 y otros rifles semiautomáticos y de
calibre .50’ ‘caminaran’ al otro lado de la frontera a las manos de los
cárteles mexicanos. Se suponía que lo hacían para seguir a las armas para que
pudieran después arrestar a altos líderes de los cárteles. Pero las agencias
del gobierno mexicano nunca fueron informadas de la operación, y parece que
de hecho no hubo esfuerzo alguno por seguir las armas una vez que hubieron
cruzado la frontera mexicana. Las armas fueron encontradas en escenas de
crimen tanto en México como en Estados Unidos. El 14 de diciembre de 2010,
junto a la frontera mexicana en Arizona, una de ellas mató al agente del Border Patrol estadounidense Brian
Terry. ATF no fue la única agencia en
involucrarse en ‘Rápido y Furioso.’ Gente del ICE [Immigration and Customs Enforcement], el Department of Homeland Security, la DEA, y el US Attorney’s
Office en Arizona también participaron, junto con el FBI y el IRS [Internal Revenue Service].” FUENTE:
“The US’s ‘War on Drugs’ Has Spiraled Dangerously Out of
Control: It didn’t work in Afghanistan, so let’s do it in
Mexico”; The Nation; 23 March 2015;
By Rebecca Gordon [7]
“Report: Mexico was second deadliest country in 2016”;
CNN; 11 May 2017; By Elizabeth Roberts [8] Los cárteles mexicanos “decapitan cientos de personas…
avientan los cuerpos sin cabezas y manos al lado de las carreteras como advertencia
a quienes se atrevan a resistir su poder.” Recuerdo un México distinto. De niño,
cuando iba al peluquero, aprovechaba para hojear clandestinamente un
periódico horrible: el ¡Alarma!,
que reunía, a manera de pornografía, fotos espantosas de cuerpos mutilados y
quemados, e historias de torturas en calles de mala muerte. ¡Esos eran los
buenos tiempos! Pues solo los inocentes pueden excitarse con semejante
material. Ya no hay mercado para esto, ahora que todos nuestros periódicos se
han convertido en el ¡Alarma! SOURCE:
“The US’s ‘War on Drugs’ Has Spiraled Dangerously Out of
Control: It didn’t work in Afghanistan, so let’s do it in
Mexico”; The Nation; 23 March 2015;
By Rebecca Gordon [9] Mexico's war on drugs: what has it achieved and how is the US involved?”; The Guardian; 8 December 2016; by Nina Lakhani and Erubiel Tirado in Mexico City. [10] Alejandro Madrazo, a respected
analyst of the Mexican ‘war on drugs’ working out of CIDE, in Mexico City,
explained to me that these are (reasonable) estimates. But nobody really
knows, and the numbers could be higher. (personal communication) [11]
“The US’s ‘War on Drugs’ Has
Spiraled Dangerously Out of Control: It didn’t work in Afghanistan, so let’s do it in
Mexico”; The Nation; 23 March 2015;
By Rebecca Gordon [12] “Frustración y esperanza”; El
Diario (Coahuila); 27 de Junio 2017; por Onésimo Flores Rodríguez [13]
“Halting
U.S. firearms trafficking to Mexico: A report by senators Dianne
Feinstein, Charles Schumer, and Sheldon Whitehouse to the United States
Senate Caucus on International Narcotics Control; One Hundred Twelfth
Congress, FIRST SESSION; June 2011. [14] “México no es el segundo país más violento: SRE a Trump”;
Milenio; 22 de Junio 2017. [15]
“NOW YOU SEE
IT...: Just where did ISIS come from?”; Historical and Investigative Research; 23 Nov 2015; by Francisco
Gil-White |
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