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Mi artículo anterior, “El Talón de
Aquiles: el muftí, los nazis, y la ‘Autoridad Palestina,’ ” recibe una
réplica de José Hamra Sasson titulada “De Talones y Teorías de la
Conspiración.”[1] En este
artículo, y el siguiente, le doy mi respuesta. Hamra aborda dos asuntos. Uno traba
conmigo el debate sobre cómo sería justo representar, a la luz de la mejor
evidencia, las relaciones históricas entre nazis alemanes y líderes
palestinos—y, en derivación, la ideología de OLP/Fatah (hoy, la ‘Autoridad
Palestina’)—.
El otro asunto disputa mi versión del
8 de noviembre, cuando, en Día Limud, evento de la comunidad judía, di una
conferencia sobre las raíces de la ‘Autoridad Palestina’ en la Solución Final
nazi. Hamra, ahí presente, provocó—según mi
versión—un disturbio; en su
versión el agraviado es él. Parece incómodo: ¿no se mezcla un tema
trivial—un chisme—con una pregunta histórica? En absoluto. Como ahora explico,
ambos temas, por la estructura política que los entrama, son de peso. Nada
aquí es trivial. Pero hay demasiado qué litigar en el confeti de
representaciones que hace Hamra de lo sucedido en Día Limud; me enfocaré
aquí, entonces, en lo más trascendente: la importancia del debate público. Comenzaré por conceder un punto: Hamra
dice verdad cuando afirma que omití algunos detalles en mi reseña del 8 de
noviembre. Esas omisiones son ahora pertinentes para evaluar su
representación, según cual no hizo otra cosa que pedir una cita bibliográfica
para verse después agredido sin causa. Omití mencionar que, en los días
anteriores a mi conferencia, Hamra telefoneó a los organizadores y donadores
de Día Limud, denunció el escándalo de que yo hubiese sido (por segunda
vez...) invitado a presentar, y recomendó mi cancelación. Cuando eso no
funcionó, Hamra decidió asistir a la conferencia sobre las relaciones entre
los movimientos nazi alemán y árabe palestino que no había podido vedar a
otros. Por coincidencia, Hamra se sentó junto
a un generoso donador de Limud que es también alumno, patrono, y mecenas de
mis clases sobre historia del pueblo judío, un hombre de trato impecable,
amable, y cortés. Jamás vi a mi amigo tan ofendido y agitado como al verse
forzado—contra toda su naturaleza—de callar a Hamra para que yo pudiera
continuar. En mi versión, el público entero (también el conferencista)
reaccionó así; en la de Hamra, no fueron tantos. Pero esta controversia
concede mi punto: sin la intervención de estos otros, fueran muchos o fueran
pocos, yo no hubiera podido seguir. Ahora bien, ¿por qué el esfuerzo de
censura? Se admite una interpretación generosa: Hamra actúa así porque
percibe en mí un peligro, pues me compara (nuevamente) con Hitler, y mis
actos de divulgación con la diseminación de Los Protocolos de los Sabios de Sion. La segunda comparación es más
interesante. Los
Protocolos—un fraude del Imperio Zarista urdido en albores del
siglo 20—cambió al mundo. Acusa a ‘los judíos’ de ser, en secreto, una gran
conspiración que lo rige todo: finanzas, medios, movimientos
sindicales, industrias, y gobiernos de Occidente. Los judíos, dice, usarán
este gran poder clandestino para destruir la ‘civilización cristiana.’
Convertido en columna vertebral de la propaganda antisemita mundial, y en
especial de los nazis, Los Protocolos causó
tal histeria antijudía que volvió posible el Tercer Reich, la Segunda Guerra
Mundial, y el Holocausto.[2] Las grandes matanzas del Holocausto
fueron relativamente fáciles, pues (aproximando) ningún gobierno
supuestamente señoreado por ‘los judíos’ quiso recibirlos en calidad de
refugiados, y luego (aproximando) ninguna institución supuestamente
controlada por ‘los judíos’ tuvo a bien defenderlos de sus exterminadores. De
ahí la gran ironía: fue el éxito mismo de Los
Protocolos en empinar a Europa—tambaleándose, pesada, de odio
antijudío—hacia el Holocausto lo que demostró la falsedad de sus acusaciones. Pero esa demostración—si bien
dramática—no sirvió de nada, pues Los
Protocolos se había convertido ya en nuestra cosmovisión y cultura. Por
eso hoy mucha gente, aunque no reconozca el título del texto, tiene sus
argumentos en la cabeza: que los judíos controlan los bancos, los medios,
etc.—y, a través del ‘Jewish Lobby,’ la política exterior de EEUU y aliados—.
Es un carbón caliente que los antisemitas custodian, abanican, y reviven—y
que amenaza convertirse, en cualquier momento, en un nuevo gran incendio—. Mi trabajo, precisamente, ha
denunciado a quienes en las últimas décadas han reanimado a Los Protocolos (véase aquí, y
aquí); sorprende un poco, por ende, que Hamra
me compare con ellos. Además, lo que vino Hamra a censurar es mi divulgación
del vínculo entre los nazis y la ‘Autoridad Palestina.’ Cabe preguntar, ¿qué
similitud ve Hamra entre esto último y promover Los Protocolos? Según él, vincular a nazis y líderes
palestinos es proponer ‘teorías de conspiración,’ y, dice Hamra: “las teorías de la conspiración
construyen enemigos. Efectivamente, a través de la teoría de la conspiración
de los ‘Protocolos de los Sabios de Sión,’ Hitler construyó en los judíos un
enemigo que tenía que ser erradicado. De ahí el peligro de este tipo de
teorías en el contexto actual en la relación Israel/Palestina.” El silogismo implícito de Hamra es el
siguiente: Premisa
1: Los
Protocolos fue causa importante del Holocausto (por construir a ‘los
judíos’ como enemigo). Premisa
2: Los
Protocolos propone una ‘teoría de conspiración.’ Conclusión:
Todas las ‘teorías de conspiración’ son peligrosas (porque construyen
enemigos). Corolario político: ¡A censurar
todas las ‘teorías de conspiración’! Entonces, bajo esta interpretación
generosa, cuando Hamra intenta callarme, él se percibe como quien contribuye
un servicio paternalista al público. Los hombres no son niños, y no
precisan de un protector que les tape los oídos (¡no sea que escuchen alguna
idea!). Pero aunque otorgáramos aquella vieja apología paternalista, común a
todos los totalitarismos, aquí hay un problema adicional: el silogismo
contiene un error lógico, muy básico: concluye de manera general—a saber, que
todas las ‘teorías de conspiración’ son peligrosas—pero lo ‘deriva’ de
un solo caso. Esto no demuestra todavía—ojo—que la conclusión de Hamra sea
falsa; en principio, pudiera existir otro silogismo que la derivara
correctamente. Por ende, refutar su conclusión requiere una demostración sui generis. La más útil partirá del
mismo caso: Los Protocolos de los
Sabios de Sion. Veamos. Al abrir el siglo 20, en aquella Rusia
imperial bien sacudida ya por estragos sociales, se expresó así Von Pleve,
alto policía del zar: La evidencia ha convencido a los
historiadores de que sí había una conspiración: la de los
espías del zar. Ésta se convirtió después en la conspiración a favor de
fascismo y antisemitismo de un grupo de poderosos eugenistas
en la cima industrial y gobernante de Occidente. Ellos diseminaron Los Protocolos en todo el mundo. Hubo delatores, en su momento. Por
ejemplo, Phillip Graves del Times (Londres)
demostró en 1921 que Los Protocolos—que
pretendía ser la minuta de una junta de nefarios ‘súper judíos’ que en
secreto lo controlaban todo—en realidad era un plagio ligeramente adaptado de
un olvidado libro de ficción del politólogo francés Maurice Joly (que acusaba
a Napoleón III y no a ‘los judíos’).[4] Hoy, esta conspiración ha caído en el
olvido. La mayoría recuerda solo a los nazis—y a Henry Ford, quien
famosamente gastara una fortuna propia difundiendo Los Protocolos—. Pero había otros. Como documenta el historiador
Edwin Black, existía una camarilla eugenista
occidental—liderada por las redes industriales de Rockefeller, Carnegie, y
otros monopolistas—que apuntaló al movimiento nazi alemán con financiamiento,
amparo diplomático, y apoyo político. El eugenismo estadounidense,
documenta Black, parió y puso de pie al nazismo alemán.[5] Aquí el meollo: el peligroso texto de Los Protocolos, sin duda, propone una
‘teoría de conspiración’; pero Graves, Black, y otros delatores de ese fraude
zarista y del eugenismo pro nazi han propuesto (y documentado) otra. Luego
entonces, si todas las ‘teorías de
conspiración’ son reprobables, Hamra habrá de condenar y censurar también a Graves y a Black. Hamra será
entonces, simultáneamente, adversario y protector de Los Protocolos, enemigo y aliado de los nazis. Este absurdo
demuestra que su conclusión es falsa y también su corolario político. QED. Los
Protocolos no fue peligroso por ser ‘teoría de conspiración’
sino por ser calumnia antisemita. ¿Son siempre peligrosos los
antisemitas? Yo digo que sí—para los judíos y también para otros—. Concluyo
esto no a partir del caso único, no obstante dramático, de la Segunda Guerra
Mundial (donde los antisemitas causaron—directa, o indirectamente—la muerte
de más de 54 millones de no judíos),
sino luego de repasar—como hago en mi
libro y en mi curso—2500
años de esta ideología. ¿Mi corolario? Cuando los antisemitas se disfrazan de
otra cosa, conviene exhibir para el público, a manera de autodefensa básica,
la mejor documentación histórica. Eso intenté hacer. La ‘Autoridad Palestina’ ha sido
representada como el necesario ‘socio de paz’ para los judíos israelíes.
Entonces, aprovechando que el
mandatario israelí (algo tarde) mencionó la relación entre la Solución Final
nazi y la ‘Autoridad Palestina, yo republiqué la documentación
sobre la responsabilidad de Hajj Amin al Husseini—fundador del movimiento árabe
palestino—en los exterminios nazis de judíos. Expliqué también que Husseini
fue mentor de Yasser Arafat y Mahmud Abás, los más importantes líderes de la
‘Autoridad Palestina.’[6] El público puede libremente concluir
si considera que estoy ‘construyendo enemigos’ o identificando enemigos que
ya existen (y de los cuales conviene defenderse). Para gozar de esa libertad,
empero, el público precisa de la evidencia. Por mis esfuerzos de comunicarla,
Hamra tiene a bien compararme... con Hitler. Los filósofos llaman esto argumento ad hominem: el empleo de un insulto cuando falla el razonamiento. No es preciso refutar un insulto,
pero es justo recordarle a Hamra que Hitler no promovía libre expresión sobre
temas históricos (o sobre otros temas); él quemaba libros, prohibía ideas, y
cancelaba conferencias.
No importa. Yo elijo ver en José Hamra
Sasson, aunque sea irónico, a mi cómplice. Porque aquí estamos, aunque él no
lo haya querido, debatiendo en público el doble papel de Hajj Amin al
Husseini, codirector del Holocausto y creador de la ‘Autoridad Palestina.’
Mejor tarde que nunca. O más bien: mejor tarde que después del siguiente
Holocausto. Y ésta es mi cancha: la conversación y no la censura. Pasemos, entonces, a la presentación
de evidencias. Examinaré, en mi siguiente artículo,
los argumentos y fuentes que Hamra recluta para controvertir la liga que se
estira desde el exterminador nazi Hajj Amin al Husseini hasta la actual
‘Autoridad Palestina.’ Si bien Hamra afirma haber terminado ya con esta
cuestión, yo espero, por el bien del público, que participe de lleno y
conteste. Pues esta libre expresión es el corazón mismo del periodismo y de
la ciencia. Francisco Gil-White, antropólogo e historiador, es
catedrático del ITAM y autor de ‘Hajj Amin
al Husseini’, Tomo 1 de El Colapso de Occidente: El
Siguiente Holocausto y sus Consecuencias (de venta en Amazon). Recomendamos para leer The Modern Protocols of Zion Reply to Mearsheimer & Walt's "The Israel
Lobby" THE NETANYAHU BOMBSHELL How did the 'Palestinian movement' emerge? The British
sponsored it. Then the German Nazis, and the US. PLO/Fatah's
Nazi training was CIA-sponsored Gil-White, F. (2014). El Colapso de Occidente: El Siguiente
Holocausto y sus Consecuencias (Tomo 1: Hajj Amin al Husseini). México, DF: FACES (Fundación para el Análisis del
Conflicto, Étnico y Social). Fuentes y lecturas adicionales [1] “El Talón de
Aquiles: El muftí, los nazis, y la ‘Autoridad Palestina’”; Enlace Judío; 16 Noviembre 2015; por
Francisco Gil-White “De talones y teorías de la
conspiración: a los lectores de Enlace Judío”; Enlace Judío; 24 de Noviembre 2015; por José Hamra Sasson [2]
“1. Introduction: The ‘Protocols
of Zion’ in the broadest historical perspective”; from: THE MODERN PROTOCOLS
OF ZION; Historical and Investigative
Research; 25 August 2005; by Francisco Gil-White [3] Ben-Itto, H. (2005). The Lie that
Wouldn't Die: The Protocols of the Elders of Zion. London: Vallentine
Mitchell. (pp. 23-25, 29) [4] “The Protocols of Zion - An
Exposure”; The Times (London);
August 16 through 18, 1921; bv Phillip Graves [5] Black, E. (2003). War against the
weak: Eugenics and America's campaign to create a master race. New York:
Four Walls Eight Windows. [6] “THE NETANYAHU BOMBSHELL: Founder of Palestinian movement
instigated the Holocaust - Part 1: Is this true?”; Historical and Investigative Research; 23 October 2015; by
Francisco Gil-White |
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