Notify
me of new HIR pieces! |
||||
‘INFRAHUMANOS’ RIMA CON ‘INFIELES’ Netanyahu, Obama, Irán, bombas nucleares, y un nuevo Múnich Historical
and Investigative Research - 20 mar 2015 ( publicado originalmente en la revista Urbi et
Orbi del ITAM ) English
“¡Israel debe esfumarse de la página del tiempo!” --Ayatolá Ruhollah
Jomeini, fundador del Estado islamista iraní (1979) “¡Israel debe ser borrado del mapa!” --Mahmoud
Ahmadineyad, anterior presidente de Irán (2005) “¡Para Israel… la única cura es la aniquilación!” --Alí
Jamenei, Lider Supremo de
Irán (2014)
Bien dijo Santayana: repiten la
historia quienes no la entienden. Interroguémosla pues para encontrar las
rimas y apreciar nuestro momento. ¿Cómo pudo Chamberlain zanjar al público
para cometer sus barbaridades diplomáticas? Ya lo han contestado los
historiadores. En Auge
y Caída del Tercer Reich (1960) William Shirer comentó que el Times de Londres, “este gran
periódico, una de las glorias del periodismo inglés, jug[ó] un vergonzoso papel… en el desastroso apaciguamiento
británico de Hitler.” ¿Cómo? Prestigiando al Führer siempre que interrumpía sus berrinches violentos para
comunicar su intención de ‘paz,’ prometida a cambio de alguna licencia (para
reocupar Renania, rearmar a Alemania, absorber Austria, consumir a
Checoslovaquia…).[1] La metralla mediática del Times amparaba a Chamberlain cuando
repetía cada vez—otra vez—que
Hitler podía ser ‘apaciguado.’ No era nada más el Times. El Partido Conservador de Neville
Chamberlain creó, a finales de los 1920s, “un pequeño servicio secreto
propio” que jaloneaba a la prensa conservadora con un bridón clandestino tan
corto como el de los Estados totalitarios. Lo dirigía Sir Joseph Ball, el amigo más íntimo de Chamberlain, como documenta
una investigación de R.B. Cockett publicada en el Historical Journal. Ball comenzó a extender su control sobre el resto de la
prensa británica cuando, en el contexto de la Gran Depresión, se formó un
gobierno de presunta coalición llamado
‘nacional’ pero en realidad cabalmente conservador.[2] Para
1936, según investigaciones de Anthony Adamthwaite
publicadas en el Journal of Contemporary
History, aquel gobierno conservador tenía “a la
BBC firmemente de la correa.” No era suficiente. Sentado ya Chamberlain en el
escaño del primer ministro, en 1937, Goebbels levantó quejas por aquellas
críticas contra Hitler que aun asomaban en los periódicos. Lord Halifax,
ministro de relaciones exteriores, “prometió que haría todo lo posible por
‘conseguir la cooperación de la prensa británica’ ” y corrió a resolver el
problema con los amos del Daily Herald, el News
Chronicle, el Daily Mail, y el Evening Standard.
Hubo preguntas indiscretas en el House
of Commons sobre el tema, contestadas con “negaciones, evasión, y
galimatías.”[3] Un periódico iba al extremo: Truth. Chamberlain confesó en una carta a sus hermanas que este periódico “ ‘lo controla en secreto Joseph Ball’ ” (lo había comprado clandestinamente). Y “Truth,” escribe Cockett, “expresando las opiniones de Ball y Chamberlain, parece haber distado poco en su contenido ideológico de los prejuicios y creencias que profesaban los líderes nazis.” De hecho, “Truth adoptó una postura abiertamente antisemita y racista…, [y] todo enemigo del apaciguamiento [de Adolfo Hitler] era calificado de judío/comunista y traidor a la verdadera causa inglesa.” Naturalmente que “Truth se volvió abiertamente pro alemán y pro italiano al mismo tiempo que Chamberlain buscaba una solución diplomática con Hitler y Mussolini.”[4] ¿Y en Estados Unidos? El historiador Frederick Marks apunta
en el Historical Journal que
Franklin Delano Roosevelt sostenía en público
posturas muy distintas a lo que hacía tras bambalinas, produciendo una
contradicción severa entre “la apariencia y la realidad.” Al embajador británico
Lindsay, Roosevelt confesó en privado que sería el primero en celebrar el
éxito de la presión británica y francesa sobre Checoslovaquia, pero que sería
desaforado si el público estadounidense conociera su opinión.[5] ¿Qué hay de la prensa? William Randolph Hearst, él solo, era
dueño de la mitad de la prensa estadounidense, y fue “cortejando a Hearst y a otros empresarios de su misma ideología,” explica el historiador Thomas Ferguson, que Roosevelt logró ocupar la Casa Blanca.[6]
Aquella ideología era bien
conocida porque “los editoriales de Hearst
usualmente se publicaban en todos sus 29 diarios.”[7] Aquí algunas opiniones de Hearst, recogidas por el historiador Rodney Carlisle en el Journal of Contemporary History: 1) el nazismo era una bienvenida barrera contra el comunismo; 2) EEUU no debía amenazar a Alemania o apoyar a la Liga de las Naciones; 3) las exigencias fronterizas de los nazis y su anhelo de unificar a Alemania eran legítimos; 4) la reocupación alemana de Renania era justa; 5) si los nazis atacaban barcos de la armada estadounidense, debía tolerarse si pedían una sincera disculpa (¡?); y 6) Chamberlain hizo bien en darle Checoslovaquia a los nazis.[8] No por nada llamaron a Hearst “la piedra angular del fascismo estadounidense.”[9] El apoyo al ‘apaciguamiento’ de Hitler
no era un fenómeno de líderes y prensa británicos sino transatlánticos. En nuestro presente los líderes
estadounidenses y británicos invaden Afganistán e Iraq creando vacíos que
llena Irán. Ahora corren a negociar con Irán su desarrollo de tecnología
atómica. A cargo está Wendy Sherman, subsecretaria de Estado, autora de la
negociación que permitió a Norcorea sus bombas
nucleares y dueña de un soberbio descaro para regañar a los surcoreanos por
insistir que esas bombas son inaceptables.[10] A todo esto, la prensa respetada de
hoy, ¿qué dice? En noviembre de 2014 el Economist
confesó que “Irán es difícil de sondear” y que “los periodistas que logran
obtener una preciada visa regresan con incertidumbres porque pocos iraníes se
atreven a decir lo que piensan.” No obstante esas limitaciones, la revista
británica, la más prestigiada del mundo, la más influyente con la gente
‘inteligente’ y ‘educada,’ afirmó con confianza que
“La Revolución [Iraní] ha terminado” y que “el país indiscutiblemente ha
cambiado,” inundando a sus lectores con cifras y anécdotas que hablan del presunto
liberalismo, modernidad, y educación de la población iraní.[11] Pero no se está firmando un acuerdo nuclear con la población iraní sino con los tiranos que la gobiernan. En noviembre 2014, cuando el Economist publicó su artículo, aquellos gobernantes financiaban enérgicamente, como todavía lo hacen, a grupos terroristas de ideología genocida antisemita; el fiscal Alberto Nissman denunciaba todavía de su voz el encubrimiento, por parte del gobierno argentino, de los funcionarios iraníes responsables del ataque terrorista contra la comunidad judía de Buenos Aires (85 muertos y 300 heridos); y rebotaban todavía ecos de la amenaza de “aniquilación” que emitiera en julio Alí Jamenei—Líder Supremo de Irán—contra el Estado judío.”[12] Hay que tomárselo en serio. Ayatolá Hashemi Rafsanjani—anterior presidente y padre del programa nuclear iraní—dejó ya bastante claro para qué es ese programa: “la aplicación de una bomba atómica no dejará nada en Israel pero causará tan solo algunos daños en el mundo musulmán.[13] Benjamín
Netanyahu, primer ministro israelí, peroró elocuente hace unos días ante el
Congreso estadounidense sobre las intenciones de los ayatolás y el peligro de
firmar con ellos. El Economist respondió con un respaldo firme a
Obama.[14] Lo mismo el New York Times.[15] Así nos
hablaron también antes de abandonar Checoslovaquia a Hitler. Pero no se
trataba (precisamente…) de una prensa libre. ¿Han cambiado las cosas? ¿Qué
revela el trabajo historiográfico más reciente relativo a la influencia de la
clase gobernante occidental sobre los medios de información? Una investigación del historiador
Christopher Simpson, profesor de comunicaciones en American University, documenta que las agencias de inteligencia
estadounidenses gastaron ríos de dinero para crear en la posguerra—en un
abrir y cerrar de ojos—los departamentos académicos de ‘ciencias de la
comunicación’ (e institutos relacionados) para que fueran liderados por los
mismos investigadores que habían creado el programa de ‘guerra psicológica’
del gobierno estadounidense. (El macartismo se encargó de los inconformes.)
Esta infraestructura “subyace casi todo el entrenamiento para periodistas de
prensa escrita, radio, y teledifusión, relaciones públicas y personal de
mercadotecnia, y técnicos relacionados que podríamos llamar los ‘trabajadores
ideológicos’ de la sociedad estadounidense contemporánea.”[16]
Abunda material aquí para quien
sospeche que la prensa es un simple megáfono de poder. Era Chamberlain quien
vendía la política de Chamberlain; ahora es Obama quien justifica a Obama. La historia no se repite, pero rima.
Conviene hacer caso, porque los antisemitas son peligrosos para todos. En la
Segunda Guerra Mundial perdieron la vida más de 54 millones de no judíos. Para Hitler éramos ‘infrahumanos’;
para Jamenei, ‘infieles.’ ¿Será muy distinto el
resultado? Lecturas relacionadas Why Bush Sr.'s 1991 Gulf War? To
Protect Iranian Islamism Will the US attack Iran? The religion of peace? Here comes the Muslim Brotherhood Pies de página y lecturas adicionales [1] Shirer
WL. 1960. The rise and fall of the
Third Reich: A history of Nazi Germany. New York: Simon & Shuster.
(pp.287-88) [2] Cockett
RB. 1990. Ball, Chamberlain and Truth. The
Historical Journal 33: 131-42 (pp.131-33) [3] Adamthwaite A.
1983. The British Government and the Media, 1937-1938. Journal of Contemporary History 18: 281-97 (pp.282-85) [4] Cockett
1990 (pp.135-36, 139-140), op.cit. [5] Marks FW. 1985. Six between
Roosevelt and Hitler: America's Role in the Appeasement of Nazi Germany. The
Historical Journal 28: 969-82 (pp.973, 976) [6] Ferguson T. 1984. From Normalcy
to New Deal: Industrial Structure, Party Competition, and American Public
Policy in the Great Depression. International Organization 38: 41-94
(p.80) [7] Carlisle R. 1974. The Foreign
Policy Views of an Isolationist Press Lord: W. R. Hearst and the
International Crisis, 1936-41. Journal of Contemporary History 9:
217-27 (p.219, fn.3) [8] Carlisle 1974, op.cit. [9] Lundberg F. 1936. Imperial
Hearst: A social biography. New York: Equinox Cooperative Press (p.343) [10] “Column One: Life under the US
umbrella”; Jerusalem Post; 3 March
2005; by Caroline Glick [11] “The
revolution is over; To come”; The Economist; Nov 1, 2014 [12] “Netanyahu: Iran’s Ayatollah Tweets That Israel Must
Be Destroyed”; CNSNEWS.com; March 3, 2015 - 12:15 PM; by Melanie Hunter [13] “Rafsanjani says Muslims should
use nuclear weapon against Israel”; Iran Press Service; 14 December 2001. [14] “The best of bad options”; The
Economist; Mar 4th 2015, 16:01; by M.J.S. [15] “Mr. Netanyahu’s Unconvincing
Speech to Congress”; The New York Times;
MARCH 3, 2015; By THE EDITORIAL BOARD. [16] Simpson, C. (1994). Science of Coercion: Communication
Research and Psychological Warfare. New York: Oxford University Press.
(p.3) [17] National Security Act (1947),
Title V, SEC. 501. [50 U.S.C. 413] (f) y SEC. 503
(e). |
|